Si bien es cierto que dada la nueva normalidad, el servicio de domicilio también conocido popularmente como Delivery (entrega), en ingles, ha cobrado una relevancia impresionante, por restricciones de movilidad, temor a salir, practicidad, entre otros.

Las empresas de retail, restaurantes, supermercados y demás han debido robustecer su capacidad de reparto a domicilio o en muchos casos crearla desde cero, ya que no contaban con la capacidad, infraestructura o simplemente la necesidad de hacerlo.

Hoy día las empresas han tenido que repensar sus negocios pasando muchas veces del canal B2B al B2C, para cubrir las necesidades de sus clientes, sostenerse en el mercado y sencillamente no desaparecer. Incluso como elemento sutil se ha ido potencializando los canales C2C, del cual hablaremos luego.

Todo lo anterior ha sido de común conocimiento en los últimos meses a nivel local y mundial, sin excepción alguna, pero en Colombia surge un gran interrogante y es el de la informalidad de los domiciliarios. No se cuenta no seguridad social, ingresos fijos o garantizados y ciertas plataformas han aprovechado ello, casi rayando por la explotación laboral.

Como sabemos, la tecnología debe ser un elemento fundamental para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, clientes, empresarios y demás. Por otra parte los gobiernos, sector privado y social deben converger en un acuerdo gana-gana donde el sector, la economía y los domiciliarios perciban utilidades y beneficios  evidentes.